DANZA
Es el acto de expresarse mediante el movimiento del cuerpo de manera estética y a través de un ritmo.
Se estima que la danza fue una de las primeras manifestaciones artísticas de la historia de la humanidad.
La danza como tal tiene su origen en la prehistoria como parte fundamental de rituales importantes como nacimientos, bodas, defunciones y/o relacionados con la fecundidad o la guerra, como medio para el hombre expresar sentimientos, ya no solamente utilizando la comunicación verbal sino también mediante la expresión corporal.
La danza es una expresión corporal que movida por el Espíritu Santo crea una armonía entre música, ritmo y movimiento que exalta al único y sabio Dios. La práctica de pasos y rutinas hacen que al momento de participar en los servicios de adoración broten de forma espontanea ministrando espíritu, alma y cuerpo. Siendo esto como una ofrenda a Dios al presentar los miembros como instrumentos de su gloria.
LA IGLESIA Y LA DANZA
Dentro de los opositores de la danza en los siglos V y IX se encuentran San Agustín y Carlo magno el primero por verle un contenido sexual que afectaba las celebraciones y el segundo por su concepción de la adoración a Dios de manera pasiva, a pesar de la prohibición de esta la iglesia incorporo la danza en los ritos religiosos utilizando los auto sacramentales (representaciones teatrales bíblicas).
LA DANZA EN LA IGLESIA
Tomado de Catholic.net
"La danza nunca ha sido una parte integral de la alabanza oficial de la Iglesia Latina. Si las iglesias locales han aceptado la danza, algunas veces incluso en la construcción de la iglesia, ha sido en la ocasión de fiestas para manifestar sentimientos de gozo y devoción. Pero eso siempre tuvo lugar fuera de los servicios litúrgicos".
Las decisiones conciliares han condenado a menudo la danza religiosa porque conduce poco a la alabanza y porque podría degenerar en desórdenes.
Actualmente, en favor de la danza en la liturgia, se podría obtener un argumento del pasaje de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, en que se dan las normas para la adaptación de la liturgia al carácter y tradiciones de los varios pueblos:
"La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la Liturgia; por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces lo acepta en la misma Liturgia, con tal que se pueda armonizar con su verdadero y auténtico espíritu."
Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, n. 37
Teóricamente, podría deducirse de este pasaje que ciertas formas de danza y ciertos patrones de danza podrían introducirse al culto Católico. Sin embargo, no puede prescindirse dos condiciones.
La primera, que en la medida en que el cuerpo es reflejo del alma, danzar, con todas sus manifestaciones, tendría que expresar sentimientos de fe y adoración para volverse una oración. La segunda condición es que así como todos los gestos y movimientos encontrados en la liturgia son regulados por la autoridad eclesiástica competente, así también la danza como un gesto tendría que estar bajo su disciplina.
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